Raimon Panikkar

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La plenitud del hombre

 

 

En este texto (que se puede entender mejor si se tiene presente también El Cristo desconocido del hinduismo, Panikkar nos propone un acercamiento místico y espiritual sin renunciar al enfoque filosófico y antropológico (centrado en especial en la filosofía intercultural), ni a una fuerte valencia teológico-critica, vuelve a redefinir la comprensión del cristocentrismo, auténtica crux theologica de nuestro tiempo, en particular, se posiciona con relación a la llamada teología de las religiones. Él mezcla con fuerza y competencia muchos de los compartimentos estancos en los que se bloquea el pensamiento teológico y filosófico occidental, proponiéndonos una posible experiencia de búsqueda viva y auténtica.
En el centro, precisamente, la propuesta de trascender la Cristología tradicional, que tiene un Sitz-im-Leben colocado en el interior de la historia del cruce entre algunas culturas en occidente (fe cristiana, Judaísmo, mundo greco-romano, germanismo y finalmente el Islam) (cap. I). La exigencia de trascender este horizonte (en continuidad pero con un cambio) en dirección a una apertura y comprensión ulterior es satisfecha con la Cristofanía, nuevo posible camino cristiano para el Tercer Milenio. En este contexto aparecen algunas evidencias significativas que se han de afrontar: el declive de las religiones tradicionales (incluida la crisis interna de la identidad cristiana), la proliferación de nuevas formas de religiosidad, en el interior del encuentro a escala planetaria entre culturas y religiones diferentes.
Es importante, sin embargo, entender la dimensión de apertura y diálogo intrarreligioso implícita en esta búsqueda. La experiencia cristiana, entendida kairológicamente y no cronológicamente, no se puede agotar en la cristiandad (una civilización) y ni siquiera en el cristianismo (una religión). Incluso la dimensión de la cristianía, es decir precisamente la religiosidad personal que se basa en la experiencia de Cristo, que “adopta un comportamiento análogo al de Cristo”. Además del oculus carnis, y del oculus mentis, se necesita abrir también el oculus fidei, es decir acoger la presencia y la acción del Espíritu bajo la forma del “tercer ojo”, más allá de la evidencia histórica factual y más allá de la mera metodología propia de la razón que se detiene ante la evidencia de la inteligibilidad. Un cambio en la propia autocomprensión cristiana.
“Cristofanía” es palabra cristiana y va sobrentendida en el “phaneros” de las escrituras cristianas: se trata de una “manifestación de Cristo a la conciencia humana e incluye una experiencia del Cristo y una reflexión crítica sobre la misma”. Es “la superación de la cristología tribal e histórica”. Situada en el plano experiencial (y no simplemente en el plano de una teoría discursiva), se trata de una fe que comprende que su fuerza está poniendo radicalmente en tela de juicio nuestra cosmovisión.
En el centro de esta reflexión está una original búsqueda teológico-bíblica sobre la experiencia personal de Jesús como mística que no es espacial. Pero le palabra de Panikkar se interfecunda finamente con la de Jesús. Es una experiencia mística para el autor, y lo puede ser también para el lector. A través de esta comprensión cada uno puede dar cuenta de lo que el Hijo del hombre le muestra a si mismo y lo llama a realizar igualmente “como hijo de hombre, como hombre”. En la plenitud del hombre reluce la cristofanía.
Se comprende bien cuanto depende la preocupación de la teología de la tradicional cristología, unida a la cuestión del a identificación del Cristo. Panikkar subraya la diferencia entre el Cristo de la fe respecto al Jesús de la historia (“Jesús es el Cristo, pero el Cristo no puede ser completamente identificado con Jesús”). Muchos teólogos sorprendentemente deducen de esta afirmación que eso no respeta la afirmación central de la propia experiencia cristiana, según la cual “Jesús es el Cristo”. Pero la identidad del Cristo no es su identificación. El oculus fidei en su comprensión puede estar libre de la categoría estricta de la dialéctica de la lógica. De nuevo: no lo comprendemos si no ponemos en discusión nuestra cosmovisión. El desafío panikkariano consiste en recorrer este camino posible por una teología “de la mejor aleación”. Ciertamente, queda siempre el riesgo de que la teología de la pequeña aleación vuelva a expulsar la buena aleación: lo que no es nada nuevo, in humanis.
La experiencia crística viene presentada en la parte conclusiva mediante nueve s?tra, en los que se centra y concluye el volumen, también con la finalidad de precisar y corregir precedentes publicaciones.

traducción del italiano

“ Escribir es, para mi, vida intelectual
y también experiencia espiritual …
me permite profundizar el mistero de la realidad.”