De la mística
Experiencia plena de la vida
De la mística es una obra de madurez, difícil y densa, aunque parezca sencilla, al carecer de notas de aparato científico. No solo es madura por ser escrita “al atardecer de la vida”, sino porque ha madurado en una veintena de redacciones, como el mismo Raimon Panikkar ha reconocido. “No es para impacientes”, dice él mismo, requiere una lectura demorada y atenta. El libro está elaborado en el estilo oriental de escritura en sutras, o asertos en los que se expresa sólo lo pensado-vivido.
Tampoco es un libro no fácilmente clasificable con los esquemas a que estamos acostumbrados ¿De Espiritualidad, de Teología o de Filosofía? ¿”Moderno” o “antiguo”? El autor es claro al respecto: “No se sitúa en el horizonte académico de las discusiones contemporáneas sobre misticismos”. También sale de los moldes habituales por ser radicalmente intercultural; algo que se deja ver enseguida, solamente echando una ojeada a las docenas de autores citados.
El libro pretende “volver a reintegrar la mística en el mismo ser del hombre.... espíritu místico, tanto como animal racional y ser corporal”, pues la mística no es una “especialización”, sino la visión integral del ser humano; por eso, debe ser profundamente alegre y corporal-carnal; con palabras que repite una y otra vez, es la “experiencia integral de la vida” o de la “realidad”, más que experiencias extáticas o elucubraciones conceptuales. Una realidad que es trinitaria, cosmoteándrica, como gusta decir. La mística, una realidad presente en toda la historia de la humanidad y una palabra ambivalente que supone tener muy despiertos los tres ojos: el sensible, el racional y el espiritual (el ojo de la fe).
La obra tiene su núcleo fundamental en nueve densos sutras, desarrollados en otros tantos largos capítulos: Mística es la experiencia integral de la realidad; y la experiencia es el toque consciente con la realidad. Los múltiples factores de la experiencia. La realidad es nuestro mythos... Estos capítulos vienen precedidos por una reflexión sobre la ambivalencia de la misma mística, el lugar de la mística, la misma palabra, los distintos idiomas en los que es preciso integrarla (el científico, el filosófico y el místico, con cierta afinidad con el poético y el artístico, pero que se diferencia claramente de ellos) y la antropología subyacente, para acabar con una “peregrinación mística” que debe curarnos de la gravísima epidemia actual de la superficialidad. A continuación de los nueve sutras viene un interesante apartado que habla de los lenguajes místicos: el hindú, el buddhista, el secular y el cristiano, para acabar hablando del “metalenguaje místico”. El libro acaba con una langa oración y varios valiosos glosarios con la explicación de los términos y autores utilizados.
Decir que estamos hablando de un gran libro no es este caso un tópico ni un eufemismo, sino la expresión de una realidad; tanto si se está de acuerdo con todo o sólo con una parte de lo que se dice en el, como si se está en desacuerdo. El mismo autor confiesa que o su interés es que “este texto sea sólo un pretexto para que el lector vaya tejiendo el suyo”.
Victorino Pérez