Iconos del misterio
La experiencia de Dios
La primera edición de esta obra (Madrid 1994, ed. incompleta) llevaba por título solamente la segunda parte, aunque así quedó en las ediciones italiana (Brescia 1998) y francesa (Paris 2002); pero la alemana (Freiburg 2000) lleva el título ampliado, Das Göttliche in Allem: Der Kern spiritueller Erfahrung. Estamos ante una de las obras teológicas más significativas y maduras de Raimon Panikkar, donde expresa lo que él entiendo por experiencia de Dios y los caminos privilegiados para hacer esta experiencia.
La experiencia de Dios, en tanto que experiencia de lo divino, es para Panikkar una experiencia “no sólo posible, sino también necesaria para que todo ser humano llegue a la conciencia de su propia identidad”. Porque “el ser humano es plenamente ser humano si hace la experiencia de lo divino; si no, no llega todavía a integrarse en lo humano”. Pero esta experiencia de Dios no puede ser “monopolizada por ninguna religión, por ninguna cultura, por ningún sistema de pensamiento”.
La experiencia de Dios “no es experiencia de nada, ni siquiera experiencia de nadie; no es una experiencia especial ni especializada: es la pura experiencia, es precisamente la contingencia de estar con, de vivir con, porque yo no soy, no puedo ser un ser aislado”. Por eso es “la experiencia en profundidad de todas y cada una de las experiencias humanas…la raíz máxima de toda experiencia”; así, “sin los lazos que nos unen con toda la Realidad yo no puedo tener experiencia de Dios”. Es la experiencia de la “contingencia”: cum tangere, tocar la tangente, el reconocimiento de los propios límites, donde uno percibe que hay algo “más”, “más allá, algo que supera, que escapa de los propios límites, que trasciende toda limitación.
A este respecto, es necesario distinguir entre fe, acto de fe y creencia, el conjunto de creencias que articulan una religión.
Con todo, hay lugares privilegiados para esta experiencia de Dios, que Panikkar acaba elaborando en un novenario: el amor, el tú, la alegría, el sufrimiento, el mal, el perdón, los momentos cruciales de la vida, la naturaleza y el silencio. La experiencia cristiana de Dios se caracteriza por el encuentro con Cristo y la trinidad, por medio de la experiencia de Jesús de Nazaret.
El libro se completa con un expresivo capítulo acerca del discurso sobre Dios, en otros nueve sutras sumamente sugerentes: Un discurso que supone silencio interior y limpieza de corazón. Un discurso “sui generis”. Un discurso de todo nuestro ser. Un discurso no constreñido a ninguna Iglesia, religión o creencia. Pero necesariamente mediatizado por alguna creencia. Un discurso sobre un símbolo, no sobre un concepto. Un discurso polisémico. Dios no es el único símbolo de lo divino. Un discurso que revierte necesariamente en un nuevo silencio.
Victorino Pérez