Ecumenismo ecuménico
“Cuando entres en un diálogo intrarreligioso,
no pienses por adelantado en lo que tú debes creer.
Cuando des testimonio de tu fe,
no te defiendas a ti mismo ni defiendas tus intereses concretos,
por sagrados que puedan parecerte. (...)
Bienaventurado seas cuando mantienes tus convicciones
y sin embargo no las presentas como normas absolutas.
¡Ay de vosotros, teólogos y académicos,
que despreciáis lo que otros dicen
porque lo consideráis embarazoso o no suficientemente ‘científico’! (...)
¡Ay de vosotros, gente religiosa,
porque monopolizáis la religión y sofocáis el Espíritu,
que sopla donde, como y cuando quiere!”
(“The Sermon on the Mount of Intrareligious Dialogue”, Journal of Ecumenical Studies, Philadelphia 4, 1985; en La nueva inocencia).
“El ecumenismo ecuménico es una interrelación serena y una interpenetración dialogal de todos los caminos que la gente cree han de llevarle a la plenitud o destino final de su vida” (La nueva inocencia).
El diálogo ecuménico es una constante en Panikkar desde sus inicios, siendo uno de los teólogos que trabajó en la declaración conciliar Nostra Aetate del Vaticano II; Pablo VI lo nombró para el equipo del Instituto Ecuménico de Tantur (Jerusalén). Pero en la concepción de este diálogo ecuménico, RP trata de ir más allá del ecumenismo interconfesional (confesiones cristianas), para llegar a un ecumenismo interreligioso, un ecumenismo ecuménico que busque una relación recíprocamente fecundante entre las distintas religiones de la ecumene.
El ecumenismo ecuménico de Panikkar quiere pasar de la misión -querer imponer, vencer o convencer al otro con los argumentos de mi religión para que abandone la suya- al diálogo, para descubrir las riquezas del otro (La transformación de la misión cristiana en diálogo, Madrid 1992). El diálogo intrarreligioso es más que diálogo interreligioso; es un diálogo abierto a un mutuo enriquecimiento, en el que se está siempre abierto a aprender del creyente de otra religión; un diálogo dialogal, que supere el diálogo dialéctico (Il dialogo intrareligioso, Assisi 1988).
El ecumenismo ecuménico “no comporta uniformidad de opiniones, sino que significa armonía de corazones”, busca “una mejor comprensión, un criticismo correctivo y una mejor fecundación entre las tradiciones religiosas” (La nueva inocencia). Quiere ser un encuentro genuino, sincero y enriquecedor de las distintas religiones y tradiciones religiosas; busca una relación inclusiva de éstas, en la que la interdependencia no supone perder la propia identidad, sino aceptar que las otras pueden ser complementarias a la nuestra (Il dialogo intrarreligioso). Se trata de una “interrelación serena y una interpenetración dialogal de todos los caminos que la gente cree han de llevarle a la plenitud o destino final de su vida”(“Ecumenismo crítico”, La nueva inocencia). Panikkar lo llama dharma-samanvaya: “Armonización (convergencia, reunión) de todos los dharma o religiones... Samanvaya no quiere decir necesariamente igualdad, pero comporta la esperanza de que la cacofonía actual pueda ser convertida en una sinfonía futura”(“Ecumenismo ecuménico”, La nueva inocencia).
El ecumenismo ecuménico en un diálogo intrarreligioso se convierte en Panikkar en la actitud teológica y existencial de toda su teología.