Písteuma
“Lo último del fenómeno humano es el hecho religioso” (“Autobiografía intelectual. La filosofía como estilo de vida”).
Raimon Panikkar usa este neologismo griego para expresar algo capital en la comprensión del ser humano y sus culturas: “El písteuma se necesita para comprender lo último del fenómeno humano, esto es, el hecho religioso”. Fundamento de su concepción es que “la creencia del creyente pertenece esencialmente al fenómeno humano de la creencia del hombre, y la autocomprensión del hombre pertenece esencialmente al ser humano” (“Autobiografía intelectual”). Para conocer realmente que es el hombre, se necesita conocer lo que el hombre cree, sus creencias, su religión, pues la fe es un elemento fundamental del ser humano y las religiones un elemento fundamental de las culturas humanas. (Il dialogo intrareligioso). Más aún, para Raimon Panikkar, la dimensión religiosa es tan fundamental en el ser humano que es su carácter antropológico distintivo.
El fenómeno religioso no es un noema, una idea o significado, algo intelectual e inteligible sino un písteuma. Por eso, no pertenece al orden lógico de lo pensado, sino de lo creído. El ser humano es esencialmente un ser religioso y la dimensión de lo religioso ha sido y siempre será un elemento fundamental de las personas y culturas, tanto orientales como occidentales, a pesar de los ataques de la secularidad contemporánea en Occidente. Panikkar está convencido de que la experiencia humana muestra claramente que privado de la fe el hombre no sabría soportar el peso de la existencia, e incluso acabaría por destruirse a si mismo. Eso hace que la fe no pueda ser un lujo de unos pocos, sino que es una dimensión antropológica esencial.
Al respecto, Panikkar gusta hablar a menudo del “tercer ojo” de la escuela de los Victorinos en el siglo XII (cf. más adelante); la tercera dimensión de la realidad, la fe como una experiencia y un conocimiento que no es ni racional ni irracional, sino de otro orden.
Religión y cultura están esencialmente relacionadas: “La religión da a la cultura su último contenido, la cultura da a la religión su lenguaje” (La nueva inocencia).