Raimon Panikkar

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Paz e interculturalitad
Una reflexión filosófica



El diálogo entre personas y grupos humanos no es un “dato de hecho”; en todo caso, es un horizonte que va delineándose actualmente. El “dato de hecho” real es la situación de pluralismo en la que se encuentra normalmente la humanidad. Esto representa, en efecto, “el verdadero interrogante práctico de la coexistencia humana sobre la tierra”: en general, se da a partir del reconocimiento simultáneo de dos condiciones: a) que es imposible evitar la interferencia recíproca, a pesar de la evidente incompatibilidad de diversos puntos de vista; b) que esta incompatibilidad genera sufrimiento.
Panikkar nos propone una “reflexión filosófica”: se trata, en efecto, de repensar íntegramente la naturaleza dialogal de las prácticas y de las búsquedas filosóficas, o de releer a esta luz (todo) el pensamiento filosófico. Quizás, el pluralismo filosófico ha sido aceptado en occidente desde hace unos siglos, no obstante la auténtica comprensión del horizonte dialogal del pensamiento no ha emergido aún íntegramente en la tradición filosófica. En todo caso, aquí el reto para el pensamiento filosófico es reencontrar una interconexión abierta y viviente con las experiencias culturales de los seres humanos.
Simplificando, son dos las posiciones extremas: a) la tentativa de anular la diferencia cultural (monoculturalismo); b) la aceptación de una multiplicidad caótica y la reducción a la incomprensibilidad y a la incomunicación (relativismo cultural). Panikkar nos muestra que conviene buscar vias nuevas que tengan en cuenta tanto la exigencia de unidad y como la exigencia de diversidad.
He aquí la cuestión filosófica en su “desnudez”. Se necesita una metanoia de nuestros paradigmas de conocimiento (más allá la epistemología del “cazador”). Se necesita la exploración de un pensamiento a-dual, advaita. Tal metanoia, además, no puede ser una simple operación intelectiva: se necesita establecer de nuevo la conexión, el Hieros Gamos entre conciencia y amor (en realidad, la filosofia tendría ya que ser conciente de ello, dado que su sentido etimológico es más “sabiduría del amor” que amor a la sabiduría”
La filosofía intercultural es una filosofía imparativa: abierta a la exploración de lo posible, de lo no-dado-aún. No existe ni puede existir un procedimiento predeterminado o predefinido para la experiencia de la interculturalidad. “No hay una plataforma metacultural a partir de la cual se pueda llegar a una interpretación de culturas, puesto que cada interpretación es nuestra interpretación”. Interculturalidad es un espacio-umbral que no puede ser superado para definir una “supracultura”. Debe estar, más bien, habitado por una tensión permanente en la búsqueda de armonía y concordia en la diferencia, variedad y pluriformidad, a parte de la búsqueda de la verdad. Es el descubrimiento de la relatividad, o sea de la “relacionalidad radical” de la experiencia humana de la vida.
La filosofía intercultural tiene como método el del diálogo dialogal. Este es estructuralmente distinto del diálogo dialéctico (arena), en el cual se presume que la razón calculadora pueda funcionar de “juicio” externo. Las reglas del diálogo intercultural (dialogal no pueden ser predefinidas o presupuestas de ninguna manera antes del diálogo mismo: es “un común aventurarse hacia lo desconocido, un vivir conjuntamente el agorà. El criterio es el diálogo mismo y sus interpretes son los mismos dialogantes” en una insuperable dimensión práctica. De este modo, el diálogo se transforma en duólogo dialogal. Ello es hecho religioso por excelencia, ejercicio filosófico y espiritual.
La filosofía intercultural no tiene un lenguaje específico propio. No puede privilegiar ningún lenguaje (ninguna religión, ninguna cultura). El “punto de partida” sugerido luego es el de multiplicar los duólogos entre traductores: lo que evidentemente no comporta encargar esta tarea a especialistas de la mediación cultural y mucho menos de la mediación lingüística… En realidad el reto es que todos exploremos otros territorios y otros encuentros, y lleguemos a ser trasplantadores capaces de comprender más allá de los textos también los contextos, capaces de amor por las otras culturas que encontramos, y sentir el espíritu de las lenguas no maternas que buscamos aprender.
Concluyen la obra nueve sutra sobre la paz.

traducción del italiano

«Ecrire, pour moi, est autant vie intellectuelle
qu’expérience spirituelle…
cela me permet d’approfondir le mystère de la réalité.»